Páginas

Cap. 4: ¿Por qué me persiguen?

N
o sé si habré hecho bien. Hace poco que le conozco, bueno, ya sé que hemos estado juntos en clase durante toda la vida, pero,¿qué sé realmente de él? Nada, absolutamente nada. Y yo voy y le cuento todo,¿es que soy estúpida o qué? Y además,¿quiénes son esas personas que supuestamente le habían ordenado protegerme?¿Qué querrán de mí? Y más importante:¿qué quiere él de mí?¿Por qué no me dice nada? Es que me saca de quicio…
¿Qué pasa?¿Por qué todo el mundo me mira?
-Elena-susurra Paula-¿por qué te has levantado?
-¿Qué pasa, quieres dar tú la clase?-me pregunta el profesor.
-Eh… No…-dios que hago (“Deseo… salir de esta por favor”).
 -O quieres ir al baño.
-Sí, eso, por favor.
-Anda vete, y no te retrases.
No digo más y me voy. Cuando estoy andando oigo unos pasos a mi espalda pero cuando miro no hay nadie. “Me estoy volviendo loca, oigo cosas”, sigo andando y vuelvo a oírlo.
-Raúl, si eres tú, sal ya, no tiene ninguna gracia.
No obtengo respuesta. Sigo andando, pero más acelerada “tengo miedo”. Cuando llego a los baños, entro y me encierro en uno de ellos. En ese momento se apagan las luces y oigo a alguien entrar y abrir todas las puertas a portazos. Antes de que llegue a la mía pienso (“¡¡Deseo salir de aquí!!”), pero no funciona, ¿por qué?, lo vuelvo a intentar, pero en ese momento la persona que me estaba siguiendo intenta echar la puerta abajo. Yo me apoyo en ella usando todas las fuerzas que tengo para que no consiga su propósito, mientras en mi interior grito pidiendo ayuda a Raúl.
De repente vuelve la luz.
-Elena,¿¡estás bien!?
-¿Raúl?-abro la puerta y me echo a sus brazos-Gracias.
-¿Por qué?
-Por salvarme de ese tipo que me estaba persiguiendo y quería echar la puerta abajo.
-Elena, cuando he llegado no había nadie.
Me aparto de él, sé que me está mintiendo.
-Bien, si tú lo dices, me estaré volviendo loca-digo borde. “A mí no me toma el pelo ni mi madre”.
-¿Por qué te enfadas?
-No estoy enfadada-“porque me mientes”.
-Yo no te miento.
-¿¡Puedes dejar de hacer eso!?
-No, no puedo.
-¡No me mientas!
-¡Joder, que no te estoy mintiendo!
-Quieres decirme que estás oyendo el pensamiento de todas las personas constantemente.
-No, no de todas las personas, y no oigo lo que dicen exactamente, sólo un murmullo de la gente que está suficientemente cerca.
Mira, como Edward”.
Raúl se ríe y yo con él, me gusta tanto...
Mientras nos dirigimos a clase dice:
-Oye,¿qué te parece si nos saltamos las clases?
-No sé… tengo Matemáticas y se me dan fatal-“sí, me gustaría”.
-Pues decidido.
-¡Espera!
-Te vas a volver a enfadar por eso.
-No, aunque no hace ninguna gracia.
-¿Entonces…?
-¿Me vas a decir la verdad?
-Sabes que no puedo.
-Al menos no me mientas.
-Vale.

Durante el camino hasta el parque estamos en silencio, pero no paro de pensar en muchas cosas, una tras otra mientras intento dejar de mirarle.
-Mira, intentaré responder a tus preguntas si las formulas de una en una-dice agarrándose la cabeza con las manos.
-Lo siento-pobre, por mi culpa le duele la cabeza.
-Empieza.
-¿Quién era esa persona que me seguía?
-Siguiente pregunta.
-Vale… ¿Le viste?
-Sí-responde de manera automática.
-¿Dónde está?
-No está-dice sin expresión alguna en el rostro.
-¿Quieres decir que lo has asustado y no va a volver o…?
Le miro a los ojos y me doy cuenta de que muestra culpabilidad.
-Entendido. Mira no quiero que te sientes culpable: me has salvado y te estoy muy agradecida y… “que sepas que te quiero más por ello”.
-No te convengo.
-Eso lo decido yo. ¿Y por qué me besas cada vez que quieres?
Y me besa.
-Porque me gusta.
No le respondo sino que persigo su boca buscando otro beso. Y él me responde, y de qué manera. Nos besamos de forma cada vez más apasionada y me doy cuenta de que sus manos acarician mi cuerpo lentamente sin olvidar ni un solo centímetro de él. Y yo le dejo porque quiero que siga, pero,¿hasta dónde?
De repente ya no puedo pensar: sus labios están rozando mi cuello, y una vocecita en mi interior me dice que si no paro ahora no lo haré nunca.
Raúl se separa. “No, sigue”.
-¿Estás segura que quieres seguir?
-No.
-Vale.
Cierra los ojos y se calla “¿Se ha enfadado?
-No, sólo necesito respirar un poco-y sonríe con esa sonrisa suya que me vuelve loca y pienso “Que guapo es…, me gustaría volver a besarle, que nuestras lenguas vuelvan a jugar de esa manera que tanto me gusta…”.
-Así no ayudas-dice Raúl suspirando.
Siento mi cara roja como un tomate, y aparto la mirada“Dios, qué vergüenza; piensa en las asignaturas escolares en… no sé…matemáticas…a ver… la matriz inversa de una matriz A…”.
-Ya está-dice Raúl con un suspiro que me distrae de mis cavilaciones.
Estoy cansada”.
-¿Quieres que te lleve a casa?
-No-bostezo.
-Estás muy cansada, vamos a casa y no te preocupes por tus padres: son las tres.
No quiero, pero tienes razón estoy cansada”.
Durante todo el camino hablábamos de nosotros, de nuestras familias y estudios, bueno, vale: él preguntaba y yo respondía incapaz de pensar en otra cosa que no fuese su mano en mi cadera, cerca de mi… Alguna vez puedo ver que se ríe de lo que pienso, pero me da igual: estoy demasiado a gusto incluso para avergonzarme.
Al despedirnos es todo lo contrario, siento que todo el barrio ha sacado la cabeza por la ventana para ver nuestro beso de despedida, que es un piquito porque Raúl ha entendido que aunque yo quisiera lo contrario, no… bueno, ya me entendéis ¿no? Siempre hay una vecina cotilla que se lo cuenta a la familia.

No hay comentarios: